Me mezo en tus palabras. Bebo de la poca esencia de tu recuerdo que permanece en mi mente, y te espero.
Te espero a sabiendas de que no vas a volver. Me pierdo en tu aroma, en aquellas sudaderas tuyas que me prestas para que cese el frio que recorre mi cuerpo. Al despertar, trato de volver a dormir, porque no es tu mirada lo primero que me encuentro al abrir los ojos, los cierro para poder estar contigo, y sueño con ese nosotros tan extraño, con ese que ya no podrá ser.
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